La naturaleza, en líneas generales, ha producido la mayoría de las sustancias orgánicas conocidas. De todos los reinos, el vegetal es el que más contribuye para la administración de los metabolitos secundarios, muchos de los cuales ofrecen un gran valor agregado debido a sus aplicaciones como medicamentos, cosméticos, alimentos y agroquímicos. Las plantas, en líneas generales, poseen defensas propias para protegerse de otras plantas y de depredadores. Estas defensas son de naturaleza química y, normalmente, se trata sustancias del metabolismo secundario.

Los productos secundarios tienen un papel importante en la adaptación de las plantas a su ambiente. Estas moléculas contribuyen para que las plantas puedan tener una buena interacción con los diferentes ecosistemas (AERTS et al., 1991; HARBORNE, 1988). Además, aumentan la probabilidad de supervivencia, dado que son los responsables de diversas actividades biológicas, como por ejemplo, actúan como antibióticos, antifúngicos y antivirales para proteger a las plantas de los patógenos, y algunos incluso presentan actividades antigerminativas o tóxicas para otras plantas (LI et al., 1993). El concepto de metabolismo secundario ha sido definido brevemente como aquellos compuestos poco abundantes, con una frecuencia inferior a 1% del carbono total, dado que su almacenamiento ocurre en órganos o células específicas. El metabolismo primario se basa en las funciones vitales para la supervivencia del vegetal, como por ejemplo la división, el crecimiento celular, la respiración, el almacenamiento y la reproducción de la planta.

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